Términos relacionados
Definición
Reflujo gastroesofágico se refiere a un flujo retrógrado del contenido del estómago hacia el esófago.
El esófago es el tubo muscular que transporta el alimento desde la garganta hacia el estómago. El alimento se transporta a lo largo del esófago mediante ondas de contracción y relajación de sus paredes musculares (peristaltismo). La parte del esófago que está más cerca del estómago se encuentra rodeada por un esfínter (músculo circular capaz de abrirse y cerrarse). Durante el peristaltismo, el esfínter esofágico inferior se relaja, lo que permite que el alimento entre al estómago. En el estado en reposo, el esfínter está cerrado, lo que evita flujo retrógrado (reflujo) del contenido del estómago hacia el esófago. Sin embargo, una disminución de la presión en la parte baja del esófago, o un debilitamiento del músculo del esfínter puede permitir un flujo retrógrado de ácidos potentes del estómago hacia el esófago. Si bien el revestimiento del estómago lo protege contra los efectos de sus propios ácidos, el esófago carece de este revestimiento protector. Un flujo retrógrado de ácido del estómago hacia el esófago puede causar dolor, inflamación (esofagitis) y daño. El grado de inflamación depende de la acidez del contenido del estómago, y de la cantidad de reflujo de ácido del estómago hacia el esófago.
Ciertos alimentos o ciertas circunstancias también aumentan el riesgo de reflujo. Hacer ejercicio o flexionarse hacia delante después de consumir una comida grande puede ejercer presión sobre el esfínter y permitir que el ácido del estómago ascienda hacia el esófago. Cuando un individuo está acostado, la fuerza de gravedad contribuye al reflujo. La ingestión de ciertos tipos de alimentos y bebidas, fumar, y ciertos medicamentos, pueden llevar a indigestión ácida. El reflujo también puede producirse por cualquier cosa que aumente la presión del abdomen, como ropa o cinturones demasiado apretados alrededor de la cintura. El reflujo puede ocurrir en relación con embarazo u obesidad.
El reflujo también se relaciona con hernia hiatal. El esófago entra al estómago justo después de pasar por una banda de músculo llamada el diafragma. En una hernia hiatal, hay agrandamiento de la abertura (hiato) en el diafragma a través del cual pasa el esófago. Esto permite que la parte inferior del esófago y la parte superior del estómago que normalmente permanecen por debajo del diafragma, se deslicen a través del hiato y pasen hacia arriba del diafragma, hacia la cavidad torácica. Esto hace difícil que el esfínter funcione correctamente, debido en parte a que el ángulo entre el esófago y el estómago (ángulo gastroesofágico) cambia.
La relación entre infección por Helicobacter pylori (H. pylori) y enfermedad por reflujo gastroesofágico, no se conoce bien. La gastritis consecutiva a infección por H. pylori quizá proteja contra enfermedad por reflujo gastroesofágico con base en distribuciones geográficas y étnicas de esta última enfermedad.
El esófago es el tubo muscular que transporta el alimento desde la garganta hacia el estómago. El alimento se transporta a lo largo del esófago mediante ondas de contracción y relajación de sus paredes musculares (peristaltismo). La parte del esófago que está más cerca del estómago se encuentra rodeada por un esfínter (músculo circular capaz de abrirse y cerrarse). Durante el peristaltismo, el esfínter esofágico inferior se relaja, lo que permite que el alimento entre al estómago. En el estado en reposo, el esfínter está cerrado, lo que evita flujo retrógrado (reflujo) del contenido del estómago hacia el esófago. Sin embargo, una disminución de la presión en la parte baja del esófago, o un debilitamiento del músculo del esfínter puede permitir un flujo retrógrado de ácidos potentes del estómago hacia el esófago. Si bien el revestimiento del estómago lo protege contra los efectos de sus propios ácidos, el esófago carece de este revestimiento protector. Un flujo retrógrado de ácido del estómago hacia el esófago puede causar dolor, inflamación (esofagitis) y daño. El grado de inflamación depende de la acidez del contenido del estómago, y de la cantidad de reflujo de ácido del estómago hacia el esófago.
Ciertos alimentos o ciertas circunstancias también aumentan el riesgo de reflujo. Hacer ejercicio o flexionarse hacia delante después de consumir una comida grande puede ejercer presión sobre el esfínter y permitir que el ácido del estómago ascienda hacia el esófago. Cuando un individuo está acostado, la fuerza de gravedad contribuye al reflujo. La ingestión de ciertos tipos de alimentos y bebidas, fumar, y ciertos medicamentos, pueden llevar a indigestión ácida. El reflujo también puede producirse por cualquier cosa que aumente la presión del abdomen, como ropa o cinturones demasiado apretados alrededor de la cintura. El reflujo puede ocurrir en relación con embarazo u obesidad.
El reflujo también se relaciona con hernia hiatal. El esófago entra al estómago justo después de pasar por una banda de músculo llamada el diafragma. En una hernia hiatal, hay agrandamiento de la abertura (hiato) en el diafragma a través del cual pasa el esófago. Esto permite que la parte inferior del esófago y la parte superior del estómago que normalmente permanecen por debajo del diafragma, se deslicen a través del hiato y pasen hacia arriba del diafragma, hacia la cavidad torácica. Esto hace difícil que el esfínter funcione correctamente, debido en parte a que el ángulo entre el esófago y el estómago (ángulo gastroesofágico) cambia.
La relación entre infección por Helicobacter pylori (H. pylori) y enfermedad por reflujo gastroesofágico, no se conoce bien. La gastritis consecutiva a infección por H. pylori quizá proteja contra enfermedad por reflujo gastroesofágico con base en distribuciones geográficas y étnicas de esta última enfermedad.
Riesgo los individuos que tienen sobrepeso, consumen alcohol o cafeína, comen en exceso alimentos grasosos o condimentados, o que fuman cigarrillos, y las embarazadas, tienen aumento del riesgo de reflujo gastroesofágico.
Los varones de raza blanca tienen mayor riesgo de esófago de Barrett y adenocarcinoma que otras poblaciones, y los varones presentan esofagitis dos a tres veces más a menudo que las mujeres; la prevalencia de enfermedad por reflujo gastroesofágico aumenta después de los 40 años de edad (Patti).
Los varones de raza blanca tienen mayor riesgo de esófago de Barrett y adenocarcinoma que otras poblaciones, y los varones presentan esofagitis dos a tres veces más a menudo que las mujeres; la prevalencia de enfermedad por reflujo gastroesofágico aumenta después de los 40 años de edad (Patti).
Incidencia y prevalencia la prevalencia de reflujo gastroesofágico es de alrededor de 7% de la población en Estados Unidos, aunque este número quizá dependa de reporte insuficiente, porque muchos individuos controlan el reflujo con medicamento de venta sin receta (Patti).
History
Interrogatorio el síntoma más frecuente de reflujo gastroesofágico es la pirosis, un dolor de tipo ardoroso en la parte baja del pecho, por lo general por debajo del esternón. El dolor puede variar desde leve hasta tan grave que imita un ataque cardíaco (infarto de miocardio). Sin embargo, el reflujo gastroesofágico no se relaciona con el corazón.
El dolor típicamente ocurre 30 a 60 minutos después de comer, y a menudo se precipita por otros síntomas frecuentes de reflujo. Estos incluyen un aumento reflejo de la salivación (acedía acuosa) y flujo retrógrado del contenido del estómago hacia la boca (regurgitación). Puede ocurrir inhalación (aspiración pulmonar) de material regurgitado, en especial durante el sueño. Esto puede dar por resultado síntomas respiratorios, como disfonía, respiración silbante, tos, y dificultad para respirar. La dificultad para deglutir (disfagia) a menudo es un síntoma de enfermedad por reflujo complicada. La deglución dolorosa (odinofagia) puede indicar inflamación esofágica o una úlcera.
El dolor típicamente ocurre 30 a 60 minutos después de comer, y a menudo se precipita por otros síntomas frecuentes de reflujo. Estos incluyen un aumento reflejo de la salivación (acedía acuosa) y flujo retrógrado del contenido del estómago hacia la boca (regurgitación). Puede ocurrir inhalación (aspiración pulmonar) de material regurgitado, en especial durante el sueño. Esto puede dar por resultado síntomas respiratorios, como disfonía, respiración silbante, tos, y dificultad para respirar. La dificultad para deglutir (disfagia) a menudo es un síntoma de enfermedad por reflujo complicada. La deglución dolorosa (odinofagia) puede indicar inflamación esofágica o una úlcera.
Examen físico el diagnóstico por lo general se sospecha a partir del interrogatorio; sin embargo, en algunos individuos quizá sea necesario excluir una fuente cardiaca del dolor (infarto de miocardio, angina de pecho) y otra enfermedad gastrointestinal.
Pruebas el prestador de cuidado de la salud quizá solicite una radiografía de la parte alta del tubo digestivo, o un examen directo del esófago (endoscopia) a través de un tubo fibróptico flexible (sonda nasogástrica). Una serie esofagogastroduodenal (radiografía con bario de la parte alta del tubo digestivo) puede detectar úlceras o estrechamiento del esófago.
Independientemente de los datos radiográficos o endoscópicos, las pruebas de que los síntomas se originan por reflujo de ácido se obtienen mejor por medio de una muestra de tejido (biopsia) y examen al microscopio.
Cuando los síntomas no son típicos, quizá se requieran estudios especiales para hacer el diagnóstico. La más simple de estas pruebas es la prueba de perfusión con ácido, de Bernstein. En esta prueba, se instila una concentración específica de ácido clorhídrico en el esófago. Si este procedimiento reproduce el dolor del individuo, y si el dolor se alivia mediante instilación de solución salina, es una indicación de que el dolor depende de reflujo de ácido. En algunos pacientes, la vigilancia ambulatoria del pH puede ser útil. Al vigilar continuamente el grado de acidez (pH) del esófago durante hasta 24 horas, se puede documentar el modelo diario de reflujo y su relación con la aparición de síntomas.
La medición de la presión (manometría esofágica) en el esfínter esofágico inferior puede indicar la fuerza del esfínter y el funcionamiento anormal del mismo.
A veces se obtienen gammagrafías con radioisótopos para demostrar reflujo. Una gammagrafía con reflujo es menos sensible que la vigilancia del pH durante 24 horas; sin embargo, puede ayudar a documentar aspiración de material regurgitado.
Independientemente de los datos radiográficos o endoscópicos, las pruebas de que los síntomas se originan por reflujo de ácido se obtienen mejor por medio de una muestra de tejido (biopsia) y examen al microscopio.
Cuando los síntomas no son típicos, quizá se requieran estudios especiales para hacer el diagnóstico. La más simple de estas pruebas es la prueba de perfusión con ácido, de Bernstein. En esta prueba, se instila una concentración específica de ácido clorhídrico en el esófago. Si este procedimiento reproduce el dolor del individuo, y si el dolor se alivia mediante instilación de solución salina, es una indicación de que el dolor depende de reflujo de ácido. En algunos pacientes, la vigilancia ambulatoria del pH puede ser útil. Al vigilar continuamente el grado de acidez (pH) del esófago durante hasta 24 horas, se puede documentar el modelo diario de reflujo y su relación con la aparición de síntomas.
La medición de la presión (manometría esofágica) en el esfínter esofágico inferior puede indicar la fuerza del esfínter y el funcionamiento anormal del mismo.
A veces se obtienen gammagrafías con radioisótopos para demostrar reflujo. Una gammagrafía con reflujo es menos sensible que la vigilancia del pH durante 24 horas; sin embargo, puede ayudar a documentar aspiración de material regurgitado.
Tratamiento
El tratamiento del reflujo sintomático puede considerarse en varias fases. La frase I consta de medidas generales, la frase II es el tratamiento médico, y la frase III es la intervención quirúrgica.
En la fase I, las medidas comprenden estrategias que disminuyen mecánicamente la presión abdominal y que modifican la ingestión de sustancias agravantes conocidas. La pérdida de peso puede cambiarlo todo en personas con sobrepeso. Deben evitarse la ropa y los cinturones apretados. Las comidas deben ser pequeñas y frecuentes. Es necesario evitar reclinarse durante por lo menos dos horas después de las comidas. La fuerza de gravedad puede ayudar a aliviar síntomas si la cabecera de la cama se eleva o se usa más de una almohada al estar reclinado. Deben evitarse sustancias que aumentan los síntomas, como alcohol, tabaco, cafeína, alimentos y bebidas ácidas (p. ej., frutas cítricas y tomates), grasas, chocolates, y menta.
Es necesario revisar la farmacoterapia, porque ciertos medicamentos (anticolinérgicos, bloqueadores de los canales del calcio) pueden disminuir el tono del esfínter esofágico inferior. Otros, como los complementos de potasio y ciertos antibióticos pueden ser irritantes para el esófago. Los medicamentos como la cimetidina o la ranitidina pueden reducir la acidez del estómago. El efecto de los antiácidos neutralizante de ácido también puede ser útil cuando se toman después de las comidas y al acostarse. Sin embargo, este alivio sólo es a corto plazo.
Cuando las medidas anteriores fracasan para controlar los síntomas, se introducen antagonistas de la histamina (H2) durante la fase II del tratamiento. Al bloquear los receptores, estos medicamentos disminuyen la secreción de ácido gástrico. Si la respuesta es incompleta, pueden añadirse fármacos colinérgicos u otros medicamentos que promueven la motilidad (procinéticos). Estos medicamentos aumentan el movimiento (la motilidad) del esófago y el estómago, incrementan el tono del esfínter esofágico inferior, y promueven el vaciamiento gástrico. También puede probarse con medicamento para proteger el revestimiento mucoso. Si bien la enfermedad no complicada muestra buena respuesta a la terapia durante la fase I, las complicaciones por lo general requieren tratamiento fase II.
Si hay esofagitis grave por reflujo, puede probarse con un inhibidor de la bomba de protones. Este medicamento bloquea de manera directa la secreción de ácido (iones o protones) por el estómago. Aunque el medicamento a menudo produce cicatrización completa en cuatro a ocho semanas, los síntomas recurren en la mayoría de los individuos después de que se suspende el fármaco.
La intervención quirúrgica contra reflujo, o fase III, está indicada cuando los síntomas persisten o recurren a pesar de tratamiento conservador. Un esfínter esofágico debilitado se puede fortalecer quirúrgicamente. Una hernia hiatal se puede reducir al regresar quirúrgicamente el estómago y el esófago a su posición normal en la cavidad abdominal. La abertura hiatal después se fija con puntos de sutura. Otro procedimiento llamado fundoplicatura crea un área de alta presión en la parte baja del esófago al envolver quirúrgicamente el fondo del estómago alrededor de la parte distal del esófago, lo que previene reflujo.
En la fase I, las medidas comprenden estrategias que disminuyen mecánicamente la presión abdominal y que modifican la ingestión de sustancias agravantes conocidas. La pérdida de peso puede cambiarlo todo en personas con sobrepeso. Deben evitarse la ropa y los cinturones apretados. Las comidas deben ser pequeñas y frecuentes. Es necesario evitar reclinarse durante por lo menos dos horas después de las comidas. La fuerza de gravedad puede ayudar a aliviar síntomas si la cabecera de la cama se eleva o se usa más de una almohada al estar reclinado. Deben evitarse sustancias que aumentan los síntomas, como alcohol, tabaco, cafeína, alimentos y bebidas ácidas (p. ej., frutas cítricas y tomates), grasas, chocolates, y menta.
Es necesario revisar la farmacoterapia, porque ciertos medicamentos (anticolinérgicos, bloqueadores de los canales del calcio) pueden disminuir el tono del esfínter esofágico inferior. Otros, como los complementos de potasio y ciertos antibióticos pueden ser irritantes para el esófago. Los medicamentos como la cimetidina o la ranitidina pueden reducir la acidez del estómago. El efecto de los antiácidos neutralizante de ácido también puede ser útil cuando se toman después de las comidas y al acostarse. Sin embargo, este alivio sólo es a corto plazo.
Cuando las medidas anteriores fracasan para controlar los síntomas, se introducen antagonistas de la histamina (H2) durante la fase II del tratamiento. Al bloquear los receptores, estos medicamentos disminuyen la secreción de ácido gástrico. Si la respuesta es incompleta, pueden añadirse fármacos colinérgicos u otros medicamentos que promueven la motilidad (procinéticos). Estos medicamentos aumentan el movimiento (la motilidad) del esófago y el estómago, incrementan el tono del esfínter esofágico inferior, y promueven el vaciamiento gástrico. También puede probarse con medicamento para proteger el revestimiento mucoso. Si bien la enfermedad no complicada muestra buena respuesta a la terapia durante la fase I, las complicaciones por lo general requieren tratamiento fase II.
Si hay esofagitis grave por reflujo, puede probarse con un inhibidor de la bomba de protones. Este medicamento bloquea de manera directa la secreción de ácido (iones o protones) por el estómago. Aunque el medicamento a menudo produce cicatrización completa en cuatro a ocho semanas, los síntomas recurren en la mayoría de los individuos después de que se suspende el fármaco.
La intervención quirúrgica contra reflujo, o fase III, está indicada cuando los síntomas persisten o recurren a pesar de tratamiento conservador. Un esfínter esofágico debilitado se puede fortalecer quirúrgicamente. Una hernia hiatal se puede reducir al regresar quirúrgicamente el estómago y el esófago a su posición normal en la cavidad abdominal. La abertura hiatal después se fija con puntos de sutura. Otro procedimiento llamado fundoplicatura crea un área de alta presión en la parte baja del esófago al envolver quirúrgicamente el fondo del estómago alrededor de la parte distal del esófago, lo que previene reflujo.
Pronóstico
La evolución clínica del reflujo gastroesofágico varía. Si bien algunos síntomas se resuelven, otros pueden ser resistentes a la terapia. La mayoría de los individuos con enfermedad leve seguirá experimentando síntomas de intensidad y frecuencia variables. Cuando los síntomas son graves o resistentes a tratamiento, puede requerirse intervención quirúrgica.
Diagnóstico diferencial
Especialistas
Regreso al trabajo (restricciones/adaptaciones)
Normalmente no se necesitan restricciones ni adaptaciones.
Padecimientos comórbidos
Complicaciones
Las complicaciones son vómito, aspiración pulmonar, disfonía, tos crónica, asma, enfermedad recurrente, y sensaciones de sofocación. Un pequeño porcentaje de los individuos que presentan esofagitis grave por reflujo presenta estrechamiento u obstrucción del esófago (estrechez péptica). El esófago de Barrett es un padecimiento precanceroso, y comprende cambios en el revestimiento del esófago debidos a daño por reflujo persistente de ácido. Este padecimiento puede ocurrir en quienes tienen estrecheces pépticas.
Las complicaciones también pueden incluir deglución dolorosa (odinofagia) y dolor torácico no cardiaco que puede indicar la aparición de úlceras. Los fármacos anticolinérgicos que suelen usarse para asma aumentan la tendencia del esfínter esofágico inferior a presentar escape, y pueden prolongar la incapacidad.
Las complicaciones también pueden incluir deglución dolorosa (odinofagia) y dolor torácico no cardiaco que puede indicar la aparición de úlceras. Los fármacos anticolinérgicos que suelen usarse para asma aumentan la tendencia del esfínter esofágico inferior a presentar escape, y pueden prolongar la incapacidad.
Cómo aliviar el reflujo gastroesofágico
¿Qué es el reflujo gastroesofágico?
Cuando usted deglute la comida, ésta desciende hacia el estómago a través de un tubo llamado esófago. El extremo inferior del esófago, llamado esfínter, se cierra para mantener a la acomida en el estómago. Si el esfínter no puede mantenerse cerrado, algo del contenido del estómago regresa hacia el esófago (reflujo). Este flujo retrógrado es lo que se conoce como reflujo gastroesofágico.
El estómago contiene ácido que ayuda a digerir los alimentos. Cuando el ácido del estómago regresa hacia el esófago, la cubierta de éste se irrita y usted tiene la sensación de ardor que se llama pirosis. Si regresa hasta la garganta, produce un sabor amargo en la boca. Algunas veces el reflujo ocasiona un dolor tipo cólico, dolor agudo del tórax o una sensación de opresión en el pecho.
El reflujo gastroesofágico es un problema frecuente. Casi una de cada 10 personas lo presenta todos los días, y una de cada tres lo tiene ocasionalmente. En la mayoría de los individuos, el reflujo gastroesofágico no interfiere con su salud general. En otros, sin embargo, el ácido del estómago regresa hacia la tráquea y causa tos, ahogo, dificultad para respirar e incluso neumonía. Con el transcurso del tiempo, puede formarse tejido cicatrizal en el esófago que dificultará la deglución.
¿Existe alivio para el reflujo?
La mayoría de los pacientes que tienen reflujo gastroesofágico lo controla por medio de cambios sencillos en algunos hábitos de su vida diaria, incluyendo la forma en que comen y duermen. Las recomendaciones siguientes le ayudarán a que el problema sea menos intenso e incluso podrán evitar que ocurra:
Evite ciertos alimentos. Algunos alimentos que pueden producir reflujo son : café, té, refresco de cola, comidas picantes o grasosas y alimentos muy ácidos como tomates y frutas cítricas. El chocolate y la menta también causan reflujo en muchas personas. Fíjese en lo que come y no coma alimentos que le provoquen molestias.
Ingiera comidas más pequeñas.
No coma ni beba nada antes de acostarse o de dormirse.
Evite las bebidas alcohólicas, incluso cerveza y vino
Deje de fumar.
Use un antiácido para aliviar la pirosis.
Intente masticar chicle o chupar caramelos.
Eleve la cabecera de la cama para dormir.
Mantenga su peso dentro de los límites normales.
¿Cuándo debe llamar a su médico?
Llame a su médico en caso de que:
Usted tenga síntomas de alguna enfermedad, como fiebre, sibilancias (dificultad para respirar), tos o saliva teñida con sangre.
Tenga dificultad o dolor al deglutir alimentos sólidos o líquidos.
Sufra sensación de ahogo que lo despierte.
Sus síntomas empeoren o interfieran con las actividades de la vida diaria.